Un año complicado
El proyecto de ley de expropiación presentado por el diputado Carlos Heller y unificado con otros cuatro que iban en el mismo sentido había sido tardíamente aprobado en un momento particularmente delicado para el país, cuando se iba el gobierno kirchnerista y estaba por asumir el vencedor en segunda vuelta de las elecciones presidenciales, Mauricio Macri.
Desde el punto de vista de una empresa recuperada como el BAUEN, lo ideal hubiera sido que se terminara de aprobar la ley antes del 10 de diciembre de 2015, para ser promulgada por la aún presidenta Cristina Fernández de Kirchner y evitar el riesgo de veto del nuevo presidente, que ya tenía antecedentes en ese sentido como jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. El proyecto había logrado sortear la Cámara de Diputados pero los senadores no lo llegaron a tratar.
El año que siguió estuvo signado por el avance del programa neoliberal y un estilo de gobierno hasta ese entonces pocas veces visto en autoridades democráticamente electas, intentando evitar al parlamento, abusando de los decretos de necesidad y urgencia (incluso para modificar o anular leyes, como la Ley de Servicios de de Comunicación Audiovisual), presionando a los legisladores con el manejo del presupuesto para las provincias.
Se había planteado un brutal tarifazo en los servicios de electricidad, gas y agua, que como pronto se vio no solo afectaba a los hogares sino a las pequeñas y medianas empresas, podríamos decir incluso a la industria en general. La resistencia popular se empezó a organizar, y una de sus principales instancias fue la Multisectorial contra el tarifazo que se empezó a reunir, como en tantas otras luchas del pueblo, en el BAUEN. A pesar de atravesar por momentos de gran movilización social, el gobierno se había sobrepuesto y aparecía sumamente firme, con un notable manejo de la situación durante todo el año 2016.