El presupuesto se votó pasadas las 21 horas, cuando quedaban apenas tres horas para que se aprobase la expropiación. Mientras, había anochecido y la gente aguantaba afuera. Se pasó a tratar los temas sobre tablas y el primero fue un proyecto sobre humedales. El debate de este proyecto tomó su tiempo. El nerviosismo aumentaba, había varios proyectos a tratar sobre tablas y era ya evidente que no alcanzaba el tiempo para todos. Los senadores oficialistas estaban lanzados a una “estrategia bilardista” de perder tiempo para que se cayera la sesión y la expropiación quedara afuera.
Federico Tonarelli se contactó con Silvina Irrazabal y con los asesores de Abal Medina para que los dejaran entrar a la sesión.
Hice un poco de “escandalete” afuera y, finalmente, a eso de las diez de la noche me dejan ingresar a mí. Ingreso al hall, bajan del despacho de Abal Medina y Silvina Irrazábal, y ahí yo hago otro “escandalete” diciendo que solo no, que tenían que dejar entrar a mis compañeros. Ahí la seguridad del Senado accede a dejar entrar a un compañero más. Es ahí que me abren la puerta y la llamo a Eva (María Eva Lossada, presidenta de la cooperativa) que estaba en la calle, y nos permiten subir a los dos.
Pero eso no significó que entraran al recinto, sino al Salón Arturo Illia, donde estaban todos los asesores y un televisor enorme en el que se veía la sesión en vivo.
Ahí nos empezamos a comunicar vía WhatsApp con Juan Manuel Irrazábal que estaba del otro lado de la pared, en el recinto, y él nos vuelve a ratificar que tiene el acuerdo con el jefe del bloque, Miguel Pichetto, para votar la ley. Ahí le digo “Juanchi, estamos complicados con el horario…”, y me responde que sólo quedaba pedir la alteración del orden para que el tema del BAUEN sea el próximo a tratarse porque faltaban como veintipico de proyectos todavía. Pichetto da el visto bueno, nosotros también y nos comunicamos con los que estaban afuera para que supieran lo que estaba pasando. Esto ocurrió cerca de las 23 horas, prácticamente sin tiempo para otra cosa.
Efectivamente, apenas terminado el tratamiento del tema anterior, Irrazábal pide la palabra y sostiene un tenso diálogo con la vicepresidenta Gabriela Michetti, que estaba ahora a cargo de la sesión. Era el segundo round: para poder alterar el orden hacían falta los dos tercios de los senadores.
Afuera algunos hacían cuentas, tratando de imaginar si se llegaba o no.