Los manifestantes iban conformando un flujo que se renovaba. Trabajadores del hotel o de otras cooperativas y empresas recuperadas, miembros de la Federación Argentina de Cooperativas de Trabajadores Autogestionados (FACTA), militantes y activistas solidarios con el BAUEN iban rotando para asegurar una presencia permanente a lo largo de todo el día, mientras las noticias y los rumores circulaban entre ellos. Algunos policías custodiaban la escena y desviaban el tránsito que venía por Entre Ríos. El Congreso estaba vallado y no había muchas posibilidades de acercarse más al lugar donde se estaba decidiendo parte del destino de la cooperativa. La expectativa iba creciendo, y prácticamente no había noticias de lo que pasaba en el recinto, en el que se estaba debatiendo nada menos que el presupuesto nacional. Además, la Cámara de Senadores ni siquiera permitía observadores por lo que ningún representante de la cooperativa había tenido hasta el momento chance de entrar.
El proyecto había sido presentado por la mañana al plenario de comisiones que le tocaban para su tratamiento, pero no había habido quórum. Debería entonces tratarse sobre tablas, para lo cual se tenía que votar en una suerte de primera ronda que había que pasar para llegar a la posibilidad de la votación definitiva. Era una carrera de obstáculos que era preciso superar antes de las 12 de la noche, pues a esa hora caducaba la sesión. Entre los manifestantes empezó a circular con nervioso humor la comparación con la carroza de la Cenicienta, que a la medianoche se convertía en calabaza. Si se pasaba la hora y no se aprobaba, la ley se transformaría en calabaza también.