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BAUEN, día 8

Esgrima legislativa

Afuera del Congreso se iba juntando gente para apoyar a los trabajadores.

El sol caía a pico y sumaba una dificultad más. La tensión se notaba en el aire y, cuantas más noticias llegaban, el tratamiento y la aprobación de la expropiación parecían más lejanos. En un momento, los presentes se sorprendieron viendo como subía lentamente por el mástil del palacio legislativo una bandera celeste y blanca. Pero en lugar del sol guerrero de la bandera oficial, tenía pintada la leyenda BAUEN. A medida que iban llegando manifestantes, la policía iba extendiendo sus vallas, cortando Hipólito Yrigoyen en su casi totalidad al paso de vehículos.

Irrazábal le dijo a Tonarelli que se quedara tranquilo, que tenían los votos.

Sus afirmaciones no alcanzaban a calmar las ansiedades de trabajadores que habían visto caer durante años todos los proyectos que llevaban al Congreso.

Para colmo, la última sesión del 2015 no solo era larga de por sí, sino que tenía en el orden del día el tratamiento del presupuesto nacional. El cuerpo se reunió y se preparó para una sesión que tendría que terminar con una campanada a la medianoche. Se corría el rumor, que se fusionaba con el temor, de que ni siquiera se iba a poder introducir el tratamiento de la ley en el orden del día. Como el proyecto venía girado de Diputados sin despacho de comisión, eso implicaba una primera votación.

A la calle llegó la noticia de que se había aprobado su inclusión. Crecía la esperanza. A diferencia de lo que había pasado en la cámara baja, en que los trabajadores habían seguido la sesión desde los balcones, en el Senado no se tenía acceso al recinto. Lo que pasaba adentro era comunicado vía WhatsApp o teléfono por los asesores legislativos y trabajadores del Congreso que colaboraban con los trabajadores. Irrazábal ya tenía el acuerdo de todo su bloque, que era el mayoritario, para apurar la aprobación. Pero había que evitar las maniobras dilatorias previsibles de los representantes del gobierno.

Irrazábal pidió la palabra al presidente provisional del Senado, Federico Pinedo, quien ya había tenido expresiones sumamente contrarias a la expropiación del BAUEN, y pidió el tratamiento sobre tablas. “Viene sin dictamen de comisión”, aclaró. Ese primer round mostró que la correlación de fuerzas era favorable a la expropiación: resultó aprobado el tratamiento por 43 votos a favor y 16 en contra. El problema no iba a ser la cantidad de votos, sino el tiempo.

La sesión se prolongó mientras se debatía el presupuesto. Afuera, los manifestantes aguantaban estoicamente. Estaban los históricos del BAUEN, los que habían ocupado y resistido durante años, junto con otros compañeros más nuevos pero igualmente comprometidos, pero el hotel seguía funcionando y el resto de los trabajadores debían continuar con sus labores para mantenerlo operativo. Estos otros estaban aún más en ascuas que los que se encontraban en las afueras del Congreso.

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