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BAUEN, día 29

El Bauen cierra sus puertas

El Bauen gestionado por Solari entró en crisis rápidamente y los propios Iurcovich lo obligaron a presentarse a convocatoria de acreedores (el primer paso en el mecanismo previsto por la Ley de Concursos y Quiebras para resolver las insolvencias de las empresas), trabando un embargo que concedió el juez Rodolfo Herrera, del Juzgado Nacional en lo Civil y Comercial n.° 3, Sec. 5 y que se llevó el 20% de la caja del hotel. Eso habría causado a Solari un ahogo financiero que le quitó efectivo para cumplir con sus acreedores. Así lo explicó el apoderado judicial de Solari SA, Gabriel Jaijel: “Fue una medida de urgencia provocada por un ahogo financiero. Ahora, la voluntad de mi cliente es llegar a un acuerdo con sus acreedores por pasivos que rozan los ocho millones de pesos”.

La situación política y económica del país se deterioraba vertiginosamente con el gobierno de la Alianza, cuya crisis se aceleró cuando el vicepresidente, Carlos Chacho Álvarez, renunció en octubre de 2000 como una derivación del escándalo de coimas en el Senado nacional conocido como la “Ley Banelco”, justamente una ley que precarizaba el trabajo y avanzaba en la destrucción de los derechos laborales. Con la quiebra decretada desde el 22 de febrero de 2001, el gerenciamiento del BAUEN pasó a manos de una sindicatura. “Nos empezó a gerenciar un síndico, cobrábamos 50 pesos por semana”, cuenta María Eva. “Ya por febrero del 2001 se hizo cargo del hotel un síndico”, relata Horacio Lalli, otro de los trabajadores, “dos síndicos en realidad, uno era contador y el otro ahora no recuerdo bien, pero creo que era abogado, y ellos llevaban adelante todo lo que es la parte gerencial del hotel”.

Otra trabajadora, Gladys Alegre, sostiene que la sindicatura nada hizo para frenar el vaciamiento: entre otras cosas menos evidentes, el mobiliario de la torre pasó a formar parte del patrimonio del Bauen Suite. Como señala Horacio, el destino de la empresa Bauen era, “a partir de ahí, crónica de una muerte anunciada”. Y refuerza la idea Marcelo Ruarte, otro de los históricos de la cooperativa y su primer presidente: “estábamos esperando la estocada final, porque a decir verdad ya no había movimiento. O sea, sabíamos que en cualquier momento el hotel cerraba”.

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