La declinación del Bauen iba paralela a la del país. El año 2001 fue pletórico en desastrosas medidas, empezando por el ruinoso negocio del “Megacanje” de la deuda externa, negociado entre otros por Federico Sturzenegger, presidente del Banco Central quince años después con Mauricio Macri, el intento brutal de ajuste en la educación que signó el fugaz paso por el Ministerio de Economía de Ricardo López Murphy, repudiado por enormes movilizaciones de estudiantes y docentes, y la consiguiente vuelta a la conducción económica del padre de la agonizante criatura, el demiurgo de la convertibilidad, Domingo Cavallo. En julio de 2001 los diarios informaban que la desocupación había alcanzado al 16,4%, índice que solo superaba el 17,3% registrado en 1996. Junto al anuncio del “déficit cero” como meta económica llegó el recorte del 13% a las jubilaciones y a los salarios de los empleados estatales, y una serie de medidas cada vez más impopulares, mientras arreciaban los piquetes de los desocupados, las movilizaciones de distintos sectores sociales y políticos y la sensación generalizada, pronto corroborada por los hechos, de que el país caminaba a pasos acelerados hacia el abismo.
De la Rúa renunció en diciembre de 2001, cuando las medidas económicas impuestas por Cavallo –especialmente “el corralito” que confiscó los depósitos y afectó principalmente a la clase media, y en un efecto dominó a las sectores más pobres- no lograron detener la crisis que desembocó en las masivas protestas de diciembre de 2001 y para las cuales el estado de sitio decretado por el propio presidente sirvió de detonador. El estallido social y la crisis institucional sin precedentes. que combinó una enorme ola de saqueos de multitudes hambrientas en los barrios del conurbano y en muchas ciudades del país con una masiva movilización de sectores medios y populares en la propia capital al grito de “que se vayan todos”, forzó la renuncia primero de Domingo Cavallo (el 19 de diciembre por la noche) y, algunas horas y 35 asesinados después, de Fernando de la Rúa, quien abandonó la Casa Rosada en una huida en helicóptero que quedó grabada en la memoria trágica del país.