La toma
Los ex empleados del Bauen se fueron reuniendo a la mañana del 21 de marzo en la esquina del hotel. No estaban solos, los acompañaban unas cien personas, convocadas por el Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas. Ahí se les avisó que el propósito de la convocatoria no era cobrar dinero del síndico, sino ocupar el hotel. No era tampoco una sorpresa o algo que no pudieran imaginarse los que no estaban enterados de los verdaderos planes, pues después de todo era lo que venían hablando en las reuniones previas. Aunque, supone Arminda, “si él (Murúa) nos decía la realidad de las cosas nosotros no íbamos a venir porque en principio tu familia no te va a permitir que te arriesgues”.
La fecha no era caprichosa, sino que el MNER tenía informes de que a Iurcovich ya le había llegado la información sobre las intenciones de ocupar el hotel. “Teníamos que tomar el hotel sí o sí ese día, porque ya se había enterado el dueño y antes de que avisara a la policía, había que hacerlo”, continúa Arminda. Murúa les dijo, cuenta, que era “ahora o nunca”. Era el momento decisivo, y el MNER había logrado anticiparse a cualquier intento represivo por parte de la patronal.
El frente sobre la avenida Callao estaba totalmente tapiado con tablas, por lo que, como los trabajadores conocían el pasaje entre el Bauen Suite y la Torre Bauen, decidieron entrar por el lugar menos esperado, es decir, por el interior del propio establecimiento aún en funcionamiento y en manos de los Iurcovich, el Bauen Suite. Todo el grupo se dirigió a la puerta de Corrientes, ante la sorpresa de los empleados del Bauen Suite, utilizando la antigua entrada de los trabajadores (cuenta Arminda que, antes, todos los trabajadores, sin distinción de si desempeñaban funciones en una u otra torre, ingresaban por allí) y encarando el pasillo que conecta ambos edificios, cerrado con una simple puerta con un pequeño candado. Y sigue explicando:
Fue en ese momento –continúa Arminda– en que toda la gente que nos apoyaba más todos los trabajadores de acá del Bauen entramos por Corrientes (…). Era un pequeño candadito. Abrieron el candado, y nos metimos adentro. ¡Fue tal la alegría –nos fuimos caminando hasta recepción– cuando vimos que había luz! Desde ya pensamos que luz no iba a haber. Fue así que nos abrazamos, empezamos a llorar. ¡Ellos (los militantes del MNER) son tan prácticos…! Abrieron la puerta, una puertita chiquitita porque eso estaba todo tapado, estaba todo totalmente tapado. Abrieron una puerta y bueno, a partir de ahí, se ve que ya todos los canales de televisión, periodismo, estaban avisados. ¡Fue una infinidad de gente!