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BAUEN, día 45

Se formó entonces una combinación de voluntades: por un lado, la de Plácido por organizar el cumpleaños de su hija aunque no tuviera recursos, intentando conseguirlos de la solidaridad de varios sectores, y por otro, la de los trabajadores de la cooperativa BAUEN, no ya solo para darle una satisfacción a un compañero que los había ayudado a recuperar el hotel, sino como razón para volver a poner en valor salones, cocina y otras partes del edificio, y ponerlos a ellos mismos a prueba de que podían desempeñar sus funciones sin los patrones. La organización de esa fiesta fue un momento clave.

La verdad que viéndolo objetivamente parecía imposible, estábamos todos sin un mango, perseguidos por la policía, los salones después de un año de cerrados estaban en tan pésimas condiciones que acondicionarlos en tan poco tiempo parecía imposible. Con los compañeros del BAUEN nos decidimos a llevar adelante el proyecto, comenzamos en abril y para (entonces) mi familia ya se había puesto más densa, ya que todavía nada estaba resuelto. Entonces se fue formando como una melodía, en que cada uno aportaba una nota, un compañero me regalaba el sonido, otro el video, el BAUEN ponía el salón y los mozos, una panadería recuperada me regalaba la torta, aquí hicimos una vaquita para algunos gastos más y así la melodía se completó a tiempo. En un momento antes de la fiesta el grupo de mozos, que nos había regalado el servicio, se reunieron en un círculo y uno de ellos dice ‘esta es nuestra prueba de fuego, todo tiene que salir bien sí o sí, a poner todo’. Parecían los jugadores de futbol que antes del partido se reúnen todos para darse ánimos. Eso me sorprendió y me emocionó, por como lo tomaban ellos, como un desafío, demostrarse de que eran capaces y se tenían que lucir.

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