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BAUEN, día 62

Capítulo 9

El macrismo entra en escena: la “ley Morando”

Mientras el minué judicial se desarrollaba tras bastidores, los trabajadores del BAUEN se enfrentaron a una amenaza por el momento más concreta. Después de la masacre de Cromañón (ver recuadro), producto de la corrupción sistemática y de larga data entre los empresarios y el Estado de la Ciudad de Buenos Aires, la cuestión altamente sensible de la seguridad en los espectáculos se convirtió en la excusa para clausurar numerosos espacios recreativos y abiertos al público. En el caso del BAUEN, sirvió para pedir el cese de las actividades económicas de la cooperativa por carecer de habilitación. El trascendido era que la denuncia llegaba desde el edificio de la vuelta, el Bauen Suite. Durante los primeros meses de 2005, justamente cuando el hotel empezaba a estabilizarse bajo la gestión de la cooperativa, hubo dos intentos de clausura. Los inspectores del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires llegaron al hotel el 17 de marzo de 2005 y fueron expulsados por los trabajadores. Otro tanto sucedió el 8 de abril.

De nuevo, el 5 de junio de 2005, todavía bajo el mandato de Aníbal Ibarra como Jefe de Gobierno, ya muy golpeado por las consecuencias de Cromañón (lo que le costaría el puesto algunos meses después), los trabajadores del BAUEN enfrentarían un intento más serio de clausura administrativa por parte del GCBA. El episodio fue filmado en su totalidad por la cámara atenta de Fabián Pierucci, del Grupo Alavío, quien incluyó la escena entera en su documental. “El Estado sabe, la justicia sabe que las empresas recuperadas carecen de una habilitación oficial, pero nosotros a pesar de eso fuimos potenciando todo lo que es seguridad, por el rubro que tenemos… fuimos muy responsables”, decía a los micrófonos Marcelo Ruarte, entonces presidente de la cooperativa, el día del operativo.

De ahí en adelante se abrió otro frente de batalla. El Estado porteño, que nunca había encontrado nada fuera de regla que ameritara una clausura durante la administración de los Iurcovich (o de Solari), ahora parecía mostrarse muy celoso de las condiciones de seguridad del hotel. Era la primera vez desde que se estableció la gestión de los trabajadores que funcionarios del Gobierno de la Ciudad coincidían con los Iurcovich en hostigar a la cooperativa. Curiosa y contradictoriamente, poco después una dirección especialmente creada por el gobierno para dar subsidios a empresas recuperadas les daba un financiamiento para mejorar los parámetros de seguridad.

Un par de años más tarde, bajo la jefatura de Mauricio Macri, desaparecerían esas contradicciones. Todo el GCBA sería hostil a la cooperativa.

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