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BAUEN, día 63

Ruarte, por esos días, resumía la situación en estos términos:

Nosotros lo que tenemos a través del juez que entiende en la quiebra es una custodia por el inmueble. Después, estamos en contacto con el Gobierno de la Ciudad, estamos avanzando en una expropiación, trabajando sobre una deuda enorme que tiene de ABL este señor que dice que es el dueño. Entonces en razón de eso queremos ver: cuánto es la deuda, cuánto vale el hotel. Y en razón de eso, si los políticos están de acuerdo y nos quieren dar una mano, que el Estado se haga cargo del hotel y la cooperativa se lo paga. […] Y estamos hablando de un hotel, que se hizo acá, con fondos del Estado (nacional), que también ahí hay una especie de nebulosa, que nunca se devolvieron.

La clausura efectivamente se hizo, como se ve en el film. También se ve allí como los trabajadores del BAUEN hicieron caso omiso de esa clausura, y simplemente taparon con carteles y cuadros las fajas, esperando que se resolviera mientras tanto la cuestión, pero sin dejar de trabajar a causa de una denuncia con claro olor a haber salido de las usinas de Iurcovich.

Poco tiempo antes, el 11 de febrero del 2005, el Juzgado donde tramitaba la quiebra de Solari había autorizado a la cooperativa para que se encargase de la guardia judicial del inmueble. Cierto es que los trabajadores no solo pretendían resguardar los activos del hotel sino mantenerlo en funcionamiento y preservar (e incluso acrecentar) las fuentes de trabajo. Aunque no era lo que buscaban, esa resolución, por lo menos, les daba cierto paraguas legal, algo que no abunda en la historia del BAUEN recuperado.

Como era de esperar, el 17 de marzo una presentación de Mercoteles se opuso al comodato que favorecía a la cooperativa, precisamente a raíz de que los trabajadores estaban utilizando el hotel para trabajar (¿para qué si no?). Poco después lo hizo Bauen SACIC, alegando que los trabajadores estaban explotando comercialmente la marca Bauen. Incluso lo hizo la fallida Solari, mostrando una sólida solidaridad patronal a pesar de sus intereses, en apariencia, contrapuestos. Tan sólida que se podría pensar que esos intereses eran, en realidad, los mismos.

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