En esta asamblea (que está registrada, una vez más, en el documental de Pierucci), se da un debate bastante áspero entre los trabajadores, los dirigentes del MNER (incluyendo a Murúa y Resino) y Diego Kravetz. Kravetz trata de argumentar que el proyecto de ocupación temporal iba a perder y que el proyecto de Morando, que iba a ganar la votación (finalmente lo hizo por 29 votos, un número relativamente bajo pero suficiente), iba a ser vetado. Dice Kravetz en la asamblea:
Iba a terminar todo en la nada, con la diferencia de que nos íbamos a ir con una derrota, para mí…Y esto es una evaluación personal, puede haber otra evaluación, que es una derrota de la ley nuestra propiamente, más una victoria para mí muy clara de un sector de la política que es el macrismo”.
Se dio entonces un áspero y tenso debate, en el que el diputado Kravetz empezó a plantear que había que aceptar el proyecto de Morando porque “esta ley, lo único que hace para mi es ganar tiempo. Vos amagas que te sentás, salís, te levantas, te peleás, ¡nada más! y te da cierta cobertura”.
En resumidas cuentas, Kravetz proponía que, dado que la expropiación no contaba con los votos para aprobarse, había que tomar la “ley Morando” como una forma de ganar tiempo antes de generar otra alternativa, seguramente en otros ámbitos. “La solución para la autogestión va a tener que venir necesariamente desde otro lado”, sostuvo. Esto no fue aceptado por los trabajadores. Fabio Resino propuso entonces votar entre aceptar el proyecto de Morando o bajar al recinto a intentar presionar a los legisladores para que voten la expropiación. Para Fabio, la única ventaja eran los 120 días de plazo, pero se trataba de una ley que “apunta a liquidar la autogestión y eso hay que tenerlo claro”.
Descontentos con la situación y la decepcionante actuación de quien fuera su primer abogado, los trabajadores decidieron entrar al recinto en donde los legisladores pretendían decidir sobre su destino. Hubo forcejeos, gritos, cánticos en las tribunas y, finalmente, represión, aunque la sesión no pudo continuar. Pero como se trataba de cuestión de paciencia, algunos días después la ley pudo ser aprobada.
A pesar de su sanción, la llamada “ley Morando” nunca terminó de aplicarse. Desde ya, fue desconocida por los trabajadores y la comisión normalizadora contemplada en el artículo 1° –que tenía 120 días para la elaboración de un convenio que contemple los derechos de propiedad invocados por los ex dueños y el derecho a trabajar de los miembros de la cooperativa– jamás se constituyó. Sin embargo, persiste como hito en la lucha por la recuperación del BAUEN no solo por la violencia con la que la policía atacó a los trabajadores en la sesión sino por haber sido el inicio de la activa colaboración del macrismo con los Iurcovich.