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BAUEN, día 36

Los ex empleados del Bauen se conectan con el MNER

Mientras cerca de cien fábricas y establecimientos de todo tipo eran ocupados o estaban en lucha por su recuperación a través de distintos métodos, el hotel Bauen permanecía cerrado y tapiado con una valla que cubría todo el frente sobre la avenida Callao. La mayor parte de su mobiliario y elementos para el trabajo diario como establecimiento hotelero había ido desapareciendo, aunque se suponía que la empresa quebrada estaba bajo custodia. Los ex empleados, que mientras tanto todavía tenían esperanza de que por lo menos les pagaran los salarios caídos y las indemnizaciones, pronto advirtieron que el vaciamiento era material, y los bienes iban siendo trasladados al otro hotel de los Iurcovich (que nunca fue vendido), el Bauen Suite, “a la vuelta” sobre la avenida Corrientes, a través de un pasillo que conectaba ambos edificios por los fondos y el subsuelo.

Cuenta María Eva que:

Todo comenzó en las oficinas del síndico donde íbamos a pretender cobrar lo que nos debían. Allí nos enteramos que se estaban llevando todo el mobiliario del hotel, entonces decidimos hacer el aguante para evitarlo. Un compañero que era telefonista nos dijo que había un movimiento que recuperaba empresas por medio de sus trabajadores. En un principio no confiábamos, pero luego de las primeras reuniones en (la cooperativa) Chilavert vimos que estaban muy informados y que la recuperación era posible. Lo difícil era convencer al resto. Hasta ese momento éramos entre ocho y diez personas.

El contacto con el MNER lo había hecho uno de los trabajadores que seguían reclamando los salarios adeudados frente a la sindicatura que llevaba la quiebra, Gustavo Alaluf. Cuando algunos de los ex empleados del hotel se encontraron al ir a cobrar (fue la única vez) $200 de la deuda laboral en el Banco Ciudad ubicado en Corrientes y Uruguay, les comentó a sus compañeros que “había un movimiento que recuperaba empresas”. Algo que, en palabras de María Eva, les pareció en principio “alocado”. A pesar de eso, pronto se agendó una reunión con el movimiento, en las instalaciones de una imprenta recuperada, Chilavert Artes Gráficas, en el barrio de Pompeya.

La cooperativa Chilavert (ex Gaglianone), había atravesado durante 2002 un duro proceso de recuperación. Sus ocho obreros sobrevivientes al vaciamiento empresario habían tomado el taller en abril para impedir que se llevaran las máquinas, al notar una maniobra entre el patrón y el síndico, y la gran movilización de las asambleas barriales y otras empresas recuperadas (sobre todo IMPA, entonces la gran referencia del movimiento, que cruzó un camión en la puerta para evitar la entrada de la policía) había evitado el desalojo ordenado por un juez. La toma se sostuvo durante ocho meses hasta que la sanción de una ley de expropiación en la Legislatura porteña consolidó la recuperación por parte de la cooperativa.

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