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BAUEN, día 51

María Eva recuerda ese momento:

Los venezolanos cuando andaban buscando hospedaje para traer una comitiva hablaron con nosotros, pero el hotel todavía estaba muy feo. Se había sacado el tapiado del frente, pero las habitaciones no estaban habilitadas. Le contamos la historia del hotel, que éramos una cooperativa, pero nosotros en ese tiempo no teníamos los elementos suficientes, ellos nos podían ayudar si nos adelantaban el pago del hospedaje. Al final no vino la comitiva, pero sí lo hicieron los chicos de una orquesta infantil, chicos que venían de las villas, de la calle.

Se trataba de la Orquesta Jóvenes Arcos de Venezuela dirigida nada menos que por un entonces prácticamente desconocido (y hoy famoso a nivel mundial) Gustavo Dudamel, de apenas 22 años, que formaba parte del Sistema Nacional de Orquestas Infantiles y Juveniles de Venezuela liderado por otro reconocido maestro, José Antonio Abreu1.

Para Marcelo Ruarte, quien entonces era presidente la cooperativa, la contratación de servicios que en 2004 hizo el gobierno de Venezuela fue fundamental. Marcelo recuerda que los venezolanos:

(…) necesitaban alojar a unos 60 chicos que, mediante un programa estatal, reclutaban en la calle, los vocalizaban y los ubicaban luego en grandes orquestas. Esos chicos fueron los primeros a quienes alojamos, luego de una suma de dinero que puso PDVSA, gracias a la decisión de su interventor en Argentina, Alejandro Gómez, que nos permitió poner en funcionamiento dos pisos, cuatro líneas telefónicas, mejorar el lobby y comprar vajilla, ropa de cama y uniformes.

Fue así que, a principios de octubre de 2004, los casi 70 niños de la orquesta dirigida por Dudamel se alojaron en dos de los pisos recién rehabilitados del BAUEN. Con el pago adelantado, recuerda María Eva que compraron (…) los elementos de cama que hacían falta y también, a su vez, vestimenta para los (trabajadores de los) pisos, recepción, mucamas, etc. Ahí fue la apertura de piso. Fue como un empujón que necesitábamos para que comercialmente empezaran a trabajar los pisos.

El empujón fue tan grande que incluyó hasta la compra de algunas plantas para embellecer la entrada. Y el impulso no paró más, fue el arranque que hacía falta para poner en carrera la reanudación de la actividad hotelera.


  1. “Música para romper el círculo de la pobreza”, en diario La Nación, 3 de octubre de 2004. Recuperado de http://www.lanacion.com.ar/641637-musica-para-romper-el-circulo-de-la-pobreza.
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